La ausencia de privacidad en los medios digitales
Cuando escuchamos la palabra privacidad la interpretamos como intimidad o secretismo, pero si nos vamos a un ámbito como el de Internet, nos referimos a mucho más, nos referimos a otra dimensión de privacidad, una en la que está presente la autonomía individual, es decir, la capacidad de tener control sobre a cuales aspectos de nuestra vida privada el Internet tiene acceso.
Esta es una seguridad que falsamente nos es garantizada por las redes sociales y la mayoría de muchos servicios en línea, aquella que pasa desapercibida sin que seamos conscientes. Informaciones que gratuitamente proporcionamos a las compañías otorgándoles un poder sobre nosotros, una oportunidad de manipularnos en base a nuestros intereses, gustos y preferencias y de vigilarnos en los lugares y ambientes que más frecuentamos. Por ejemplo, podemos citar las llamadas cookies, que son un sistema de rastreo que almacenan información sobre las búsquedas de cada persona con acceso a la red, son una herramienta fundamental para agencias de publicidad y anunciantes. Los datos que suministran las cookies (visitas repetidas, palabras clave, producción en internet) permiten elaborar perfiles de consumidores y, posteriormente, confeccionar mensajes publicitarios personalizados, lo que en la jerga publicitaria se conoce como behavioral advertising (publicidad basada en el comportamiento).
Por tanto, la privacidad está cada vez más expuesta y, en ocasiones, ni siquiera se exige un comportamiento intencionado por parte del usuario para hacerlo.