La importancia de la reflexión en una vida contemplativa
No hay que ignorar lo difícil que es para el ser humano, el hecho de vivir bajo una sola palabra, “reflexión”. Esto se debe en gran parte a la manera en como la sociedad actual se ha procurado por girar en torno a otra palabra “acción”.
La gente parece sentir que la reflexión es sinónimo de lentitud para un mundo cuyas decisiones son tomadas con rapidez para así lograr a una llamada precisión y eficacia. Pero parecen olvidar que con la reflexión conseguimos lo que se llama concentración, que por encima de todo lo otro juega un gran papel en el conocimiento de uno mismo para luego tomar una decisión y ejecutar una acción.
A través de la reflexión misma conseguimos un mayor conocimiento y desarrollo personal. Implica observarnos desde afuera para saber con objetividad más a fondo como somos. Las personas reflexivas analizan todo lo que les sucede y cuanto ocurre a su alrededor. Hay que tomar en cuenta distintas pautas para aumentar nuestra capacidad de reflexión, siéntanse libre de adaptarlas a su diario vivir. Estas son:
Debemos habituarnos a pensar antes de hablar y de actuar. Nuestras palabras o actos deben ser el fruto de una reflexión previa y no de la impulsividad.
Debemos buscar tiempo para pensar en nosotros. Deberíamos de tener el propósito de lograr a diario un momento de tranquilidad y de soledad, para poder pensar sobre nuestras ideas, emociones, etc. Parar el ritmo frenético que la sociedad nos ha impuesto en nuestras vidas y detenernos a pensar sobre nuestra propia vida y sobre nosotros.